Tuesday, January 20, 2015

El responsable de Fazenda en Bolivia habla de esta institución que llegó hace unos meses al país.



La historia de Fazenda Esperanza comenzó a tejerse hace 31 años, justo en el momento en el que Nelson Giovanelli se aproximó a un grupo de jóvenes que consumían y vendían drogas en la esquina de su casa. Eso ocurrió en el barrio de Pedregulho, en la ciudad de Guaratinguetá en San Pablo, Brasil. Él fue animado a dar ese paso por fray Hans Stapel, su párroco, quien lo incentivaba a vivir concretamente la palabra de Dios, contó Claudio Grumelli, responsable de Fazenda en Santa Cruz. Esta institución internacional ayuda a las personas que sufren diversos problemas, que van desde el alcoholismo hasta la drogadicción. Hace unos días comenzó a funcionar en el departamento cruceño. Su responsable, que vivió durante 10 años luchando contra las drogas hasta que fue ayudado por Fazenda, contó su experiencia y los trabajos que viene realizando en todo el mundo y ahora en el país.

¿Qué es Fazenda?
C.G.: La institución nació hace más de 30 años. Comenzó en Brasil ayudando a las personas que sufren adicciones, como drogas, alcohol, juegos de azar y problemas de autoestima. La ayuda que brinda Fazenda de la Esperanza se sostiene sobre un trípode, conformado por la espiritualidad, el trabajo y la convivencia. Si uno de estos elementos no funciona la persona se cae. Además de Brasil, la institución tiene representaciones en Argentina, Uruguay, Estados Unidos, entre otros países. En Santa Cruz funciona en Fortín Libertad, antes de llegar a San Julián.

¿A cuántas personas ayudan?
C.G.: En este momento no tengo los datos exactos a nivel mundial, pero se tienen cerca de 100 instituciones en casi todos los continentes. Hay misiones en América, Europa y África. Y el número varía, por ejemplo en Córdoba, Argentina, contamos con 60 personas internadas, que son colaboradas por cuatro personas, exinternos, que ayudan a que la institución se sostenga.

¿Cómo es una jornada dentro de Fazenda?
C.G.: El día comienza a las 6:30, media hora después rezamos el Rosario. En ese momento tomamos una palabra del evangelio, la misma que debe ponerse en práctica en el día. Después, se realizan las otras actividades, ahí se trabaja en la convivencia y el trabajo.

¿Qué pasa si en el lapso de un año la persona no puede sostenerse?
C.G.: Puede continuar en el centro. Nuestra propuesta dura cerca de un año, pero lo que se aconseja es que al término del mismo el chico pueda estar un mes en su domicilio. Y luego hacer otra misión, que puede ser en otro país u otra Fazenda de su territorio. Y esto es importante porque se refuerza lo aprendido.

¿Cuál es la edad con la que más cuesta trabajar?
C.G.: Naturalmente con los más grandes, uno de los ejemplos es mi caso. Yo soy un ex que hice mi año en 2012 y terminé en 2013. También existe dificultades con los más chicos, pero generalmente ellos son más abiertos a aceptar.

¿Cómo hace la institución para sostenerse de manera económica?
C.G.: Los trabajos que se realizan dentro de las Fazendas significan una ayuda importante al autosustento. Comestibles, cremas y otros son algunos productos elaborados por las personas que cumplen su año en la misión. Lo que hacemos es una canasta con los productos, se lo ofrecemos a la familia del chico y a cambio recibimos una colaboración económica. Y así los familiares pueden vender estos productos y a la vez ganar un poco de dinero por las ventas.

¿Cuáles son las claves para mantenerlos en la misión?
C.G.: Esto va a depender únicamente de cada persona. Él tiene que tener la actitud de que puede alejarse de ese mundo. Otro factor importante es que hay que demostrarle a la persona que se la quiere. Por eso, creo que el problema, en la mayoría, de los otros centros esto no se toma en cuenta. Por ello es que en Fazenda somos una familia para que el chico sienta ese cariño, que lo ayude a mantenerse.

¿Cuáles son los proyectos que tienen?
C.G.: En Bolivia solo se está trabajando en Santa Cruz, así que una de nuestras metas es poder llegar a los otros departamentos. Fazenda trabaja en otros países con voluntarios, esa es otra de las metas que tenemos: contar con voluntarios laicos porque actualmente solo nos colaboran personas relacionadas a la Iglesia Católica.

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