Un estudio de la Fundación Milenio concluyó que la inversión privada en Bolivia se ha reducido en la reciente década por debajo de sus capacidades y potencialidades, en razón al modelo económico imperante, puesto que carece de garantías legales.
CONTRACCIÓN
“Se trata, no cabe duda, del resultado de un modelo económico de corte estatista, que promueve la intervención estatal en los más diversos ámbitos y sectores, independientemente de la racionalidad económica, y con el efecto deliberado de desplazar al sector privado o reducirlo a su mínima expresión”, señaló el documento.
CEPAL
Un reporte de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estimó que entre 2016 y 2020 empresas petroleras podrían invertir $us 4.600 millones, a razón de $us 1.100 millones anualmente. El sector petrolero es el que mayor concentración registra en materia de Inversión Extranjera Directa (IED).
CRECIMIENTO
La ministra de Planificación del Desarrollo, Mariana Prado, dijo la semana pasada que el Gobierno apuntalará el crecimiento del producto con una mayor inversión estatal y de los sectores privados. Prado dio cuenta de una "instrucción" del presidente Evo Morales para lograr este año un crecimiento mayor a 4,5% que permita pagar el doble aguinaldo a los trabajadores activos del país.
SECTOR PRIVADO
El sector privado por su parte comprometió $us 2.400 millones en inversiones este año y dijo que 2016 invirtió una suma igual. El presidente de la Confederación de Empresarios Privados (Cepb), Ronald Nostas, demandó del Gobierno condiciones y un mejor clima de negocios para cumplir ese compromiso.
JUSTICIA
Al respecto, Milenio dijo que “la economía boliviana está lastrada por un clima de inversión muy adverso. Comparada con la situación de otros países vecinos, la percepción prevaleciente no puede ser más deplorable”, indicó.
“Al presente persisten incursiones de grupos organizados en propiedades agrarias y mineras, además del sometimiento de la justicia al poder político, han erosionado la confianza de los inversores en el país y en las políticas de Gobierno”, con mayor razón al crecimiento de nuevos emprendimientos, dijo la Fundación.
Sin embargo, en una última reunión con ejecutivos de la petrolera anglo-holandesa, Shell, el presidente Evo Morales ratificó su compromiso de respetar la inversión privada. Pero en lo legal no hay nada concreto.
INVERSIÓN PÚBLICA
El documento de Milenio sostiene que la incursión del Estado en todos los ámbitos de la economía hizo posible que la inversión pública esté en máximos históricos, y que su continuo aumento sea la variable crítica para la estabilidad de la economía boliviana, incluso más allá de lo que las finanzas públicas pueden soportar.
PARTICIPACIÓN
En Bolivia, incluso con una relación Inversión Total/PIB de 21 por ciento, similar al promedio regional en 2014, la inversión privada fue 40 por ciento de la inversión total, cuando la media de la inversión privada en América Latina es 75 por ciento del total invertido.
La inversión privada en el país solamente llegó al 8.6 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), prácticamente la mitad de lo que representa la inversión privada en toda la región, y poco menos de un tercio de la inversión privada en una economía emergente como la del vecino Perú.
La presidenta de la Cámara Nacional de Hidrocarburos y Energía (CNHE), Claudia Cronembold, dijo que este año YPFB destinará 81 por ciento de la inversión en el sector y el saldo (18%) provendrá de las compañías petroleras.
SALTOS EN LA INVERSIÓN
- En otros períodos, la inversión privada nacional y extranjera tuvo grandes saltos de crecimiento. Eso ocurrió, en efecto, entre 1998 y 1999, cuando la inversión privada llegó a situarse por encima del 12 por ciento del PIB y el 13 por ciento en 2002.
- No sería sustentable el gasto fiscal descontrolado y cada vez más apremiado de crédito externo, en circunstancias en que el ritmo de pérdida de reservas internacionales se acelera.
- Lo paradójico del estatismo boliviano es el déficit de inversión en exploración de hidrocarburos y minería; un déficit que hace insostenibles los niveles actuales de producción y que pone en riesgo el cumplimiento de los contratos de exportación de gas, de los cuales, no debe olvidarse, dependen los ingresos del país,
- El desbalance entre un sector público sobredimensionado, de un lado, y un sector privado constreñido y debilitado, de otro, no tiene cómo mantenerse. Tampoco es sustentable el gasto fiscal descontrolado y cada vez más apremiado de crédito externo, en circunstancias en que el ritmo de pérdida de reservas internacionales se acelera.
- Todo ello obliga a repensar la orientación actual del modelo económico, a fin de encontrar nuevos motores de crecimiento y competitividad. Lo que no pasa desapercibido es el amplio espacio existente para la inversión y la iniciativa privada. Tanto más ahora que asoman los síntomas de crisis del modelo estatista y dependiente de altos precios de las materias primas, expresa el análisis de Milenio.
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