Ser un puente entre organizaciones de servicio social, comunidades, familias y personas solidarias que propicien el trabajo voluntario y formación desde una nueva perspectiva es el objetivo de Kirikú, una institución privada al servicio de la solidaridad que, desde enero de 2015, busca darle un nuevo rostro al voluntariado en  Bolivia.
La psicóloga Ariana André, de 34 años, ha sido durante años voluntaria de varias organizaciones  y es la impulsora de Kirikú - Gestores de Voluntariado Social. "Pienso  que es necesario brindar una opción de trabajo a personas que tienen la inquietud de ser voluntarios, de formarse en experiencias humanizadoras y no encuentran dónde hacerlo, queremos ser un puente con organizaciones y familias”. 
Kirikú es el personaje de una leyenda africana que se caracteriza por su capacidad de ejercer diferentes labores y resolver problemas buscando siempre el lado más humano y positivo a las situaciones que le tocan vivir.
La diferencia entre esta iniciativa y  otras organizaciones en Bolivia, en donde se puede hacer voluntariado, según André, es que  tiene una convocatoria abierta todo el año para voluntarios de todo tipo: profesionales, estudiantes, jóvenes, adultos mayores, entre otros. A ello  se suma  que ya posee y  busca establecer alianzas para desarrollar proyectos  en los cuales  los voluntarios participan de  seis meses a un año.
Para su trabajo, la institución tiene diez representantes  en diferentes puntos de Bolivia y el exterior, pero además ha creado una base de datos abierta para el registro de los involucrados. 
Actualmente  se  ha establecido nexos   con cinco organizaciones, las alianzas se activan cuando existe un proyecto que se elabora junto a Kirikú. La sostenibilidad de esta institución es posible gracias a microdonaciones.
Las  personas pueden donar el monto que deseen y hacerlo  una vez o en forma periódica. La institución rendirá cuentas del uso del dinero y procurará que los donadores conozcan el proyecto y a  los voluntarios  involucrados en el uso de los fondos brindados.      
El TIPNIS y las familias
La primera convocatoria se lanzó en junio y está dirigida a veterinarios para que apoyen al mejoramiento y manejo del cultivo de forraje para la alimentación equilibrada de dos hatos ganaderos -uno vacuno lechero y uno bufalino lechero-, la elaboración de quesos y la capacitación de estudiantes.
La convocatoria también está dirigida a agrónomos para  el desarrollo de tecnologías de alto rendimiento del ganado vacuno y bufalino con docentes y jóvenes.
Ambos  se desarrollarán desde este mes en el Instituto Superior Internado Kateri Tekakwitha del Territorio Indígena Parque Isiboro Sécure (TIPNIS). Su ejecución  beneficiará a alrededor de mil personas.
La institución pretende que el 50 por ciento de las necesidades para realizar cada proyecto sea brindada por la organización.
En cuanto a las familias, Kirikú trabaja con aquellas que viven  en vulnerabilidad social, como las que   tienen un miembro con  algún tipo de discapacidad, que esté privado de libertad, que sea adulto mayor en situación de deterioro, entre otros.
Voluntarios q   ue apuestan
Para ser voluntario de Kirikú se necesita haber cumplido los 17 años y ser de preferencia boliviano. La socióloga Yaskara Miranda, de 35 años, inició su labor como voluntaria en 1999 y forma parte de los adscritos a  la iniciativa.
  "Haciendo voluntariado te vas dando cuenta que aportas en un tiempo corto a que la vida de esas personas no se quede estancada y que salgan adelante. En lo personal, el voluntariado es una forma de vida cuyos resultados se ven a largo plazo”.
 Para André y Miranda la concepción que se tiene sobre el voluntariado en Bolivia es muy cerrada y quienes lo hacen son considerados "bichos raros”. Cuando en realidad   el voluntario se beneficia y aprende de las personas y   la labor que realiza paralelamente a que  brinda  un gran beneficio a la sociedad y al país. Para Kirikú el voluntariado es el  semillero de cambios sociales.
 Una creencia que el proyecto pretende romper es que el voluntariado solo se aboca a los sectores de la población  que viven en la pobreza y, además, que  las personas que no  cuentan con recursos económicos no  pueden ser voluntarios. Lo cual es falso.
José Luis Asencio es   español y tiene 70 años, de los cuales  21  los ha dedicado a ser  voluntario en Bolivia. A su llegada se trasladó a   San Francisco  de Moxos, en Beni,  y empezó a trabajar en un internado jesuita que acogía a niños que tenían diferentes necesidades, como el acceso a la educación.  
   "En Bolivia se necesitan muchos voluntarios y Kirikú, del que soy parte, está destinado a  cubrir esa necesidad.  El  trabajo se facilita porque   está integrado por personas  que tienen experiencia en el voluntariado”.
Asencio llevaba una forma de vida en su país que no lo hacía del todo feliz. Al conocer a un joven boliviano exiliado decidió emprender una nueva vida en  Bolivia. Los niños que  conoció en el internado lo saludan hoy  con cariño convertidos en  profesionales, no lo han olvidado. Para él, esa sensación  es una de las más gratificantes en la vida.
"Ver que un niño que no tenía posibilidades o una niña que su única posibilidad era que la embarazaran a los 12 o 13 años, tienen ahora  una vida, familia y han estudiado es algo que no se paga con nada”.
   André sostiene que llevar adelante esta iniciativa es desafiante, pero posible de lograr con trabajo arduo. "Somos un puente para que el voluntariado sea posible en Bolivia”, finaliza.
 La organización
Web La web de Kirikú es  www.kirikuvol.wix.com/kiriku  y el mail es kirikugesvolso@gmail.com.
   Redes sociales En el Facebook el perfil de la institución tiene la página    Kirikú Gestores de Voluntariado Social.
Datos Cualquier persona, a partir de los 17 años, se puede registrar en su base de datos para ser voluntaria.
 
 
linda Aris, hermosa la labor que realizas:)
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