Bolivia apunta a volver a conseguir este año la mejor nota de Suramérica en el crecimiento de su economía, pero afronta la nueva amenaza de una severa sequía que se suma al declive que ya vive el sector clave de los hidrocarburos.
La Comisión Económica para América Latina (Cepal) predijo estos días una expansión del 4,5% para el producto interior bruto (PIB) de Bolivia, el mejor porcentaje esperado entre las diez economías de Suramérica y medio punto debajo de lo proyectado por el Gobierno.
Ese desempeño contrasta con el escenario de debilidad en Suramérica que, de forma global, sufrirá una contracción del -2,1%, según los estudios del organismo regional con sede en Chile.
Si el impacto de la sequía que afecta ahora al país no es peor de lo esperado, el ministro de Economía, Luis Arce, confía en que en 2016 se cumplirá el hecho inédito de que Bolivia conseguirá por tercer año consecutivo el mayor crecimiento económico de Suramérica.
El 4,5% pronosticado por la Cepal para Bolivia está por delante de la previsión para Perú (3,9%), Paraguay (2,8%), Colombia (2,7%) y Chile (1,6%), entre las cifras positivas más significativas.
No obstante, Bolivia sigue siendo una de las economías más pequeñas de la región con un PIB de 34.000 millones de dólares, poco más de diez millones de habitantes de los que todavía un 17% vive en la extrema pobreza (menos de un dólar de ingreso diario).
La proyección de la Cepal supone una mejora frente a las hechas en meses anteriores por otros organismos como el Banco Mundial y el FMI, que pronosticaron respectivamente un aumento del PIB de entre 3,7% y 3,8% para Bolivia, por debajo de las cifra optimista del Gobierno de Evo Morales del 5%, ahora en duda.
Antes de conocer las nuevas inquietudes por la sequía, algunos analistas y empresarios veían que la desaceleración en la demanda, el consumo, las ventas y las inversiones privadas que vive Bolivia podían ser capeadas este año más sin esperar complicaciones peores.
El dinamismo de la economía todavía se explica por la alta inversión pública del Gobierno, aunque con un coste en el déficit fiscal, y también por el control estatal de sectores estratégicos.
Sin embargo, la amenaza de una sequía prolongada ahora se ha incorporado al análisis de las autoridades tras las peticiones de auxilio planteadas por las asociaciones de productores que aseguran haber perdido hasta la semana pasada unos 180 millones de dólares.
La destrucción de los cultivos por la falta de lluvias está afectando sobre todo a la región productora de Santa Cruz (este).
La Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas (Anapo) y la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) han pedido al Ejecutivo la reprogramación de las deudas bancarias para evitar quiebras.
El ministro Arce ha admitido con inquietud “que se viene con más fuerza La Niña” y eso puede afectar las previsiones de crecimiento, lastrado por el declive de los hidrocarburos, aunque prevé que eso no impedirá que Bolivia obtenga una “medalla de oro” en Suramérica, donde los países tienen menores expectativas y muchos problemas.
La sequía, según los productores, es la peor en 16 años y ya ha causado la pérdida de casi 300.000 hectáreas de cultivos de trigo, maíz, girasol y sorgo del medio millón que fue sembrado en invierno.
Además, ahora asoma un riesgo alimentario porque Anapo ve necesario importar 700.000 toneladas de maíz para cubrir el déficit en el mercado interno, que consume 900.000 toneladas del producto.
La situación conflictiva de los agricultores se añade ahora al declive del sector de hidrocarburos que en el primer trimestre del año fue el único que registró una baja, del - 2,28 %, según un reciente informe del Instituto Nacional de Estadística.
Debido a los bajos precios del gas enviado a Brasil y Argentina, Bolivia este año calcula que ingresará alrededor de 2.600 millones de dólares del sector de hidrocarburos, mil millones menos que los obtenidos en 2015 y menos de la mitad que lo logrado en 2014.
No comments:
Post a Comment